Los “jóvenes desechables” de México
Cecilia Barría
BBC Mundo, México
No es la primera vez que un centro de rehabilitación es atacado por hombres armados.
Eran las 19:45 de la tarde. Los jóvenes del centro de rehabilitación de drogadictos Aliviane estaban en lo que se conoce como “la hora de la tribuna”, ese momento íntimo de la terapia colectiva en que comparten sus experiencias de vida y su problema de adicción.
Jaime Saúl Pérez, de 17 años, había terminado su proceso de rehabilitación tras permanecer interno ocho meses por una fuerte adicción a la cocaína. Según su padre, no tenía antecedentes policiales y ese día, el miércoles 2 de agosto, había regresado al centro Aliviane para participar de la conversación con el resto de los jóvenes internos.
De pronto, un comando armado irrumpió en las instalaciones del centro de rehabilitación con el objetivo de perpetrar una de las mayores ejecuciones múltiples contra jóvenes que han ocurrido en los últimos años en México.
Los presuntos sicarios sacaron uno a uno a todos los jóvenes que se encontraban en el inmueble, los llevaron a un pasillo, los obligaron a hincarse y les dispararon con ametralladoras de alto poder AK 47.
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Dieciocho fueron ejecutados y uno permanece en estado de extrema gravedad en un hospital de Ciudad Juárez, considerado uno de los lugares más violentos del planeta.
Entre las víctimas fatales está Jaime Saúl, el joven que ese día regresó para compartir su experiencia con el resto de los adictos.
Cinco matanzas en el último año
La matanza del centro Aliviane no ha sido el único episodio violento en centros de rehabilitación de drogadictos en Ciudad Juárez.
Ya van cinco en el último año, según datos oficiales.
Víctor Valencia de los Santos, secretario de Seguridad Pública del estado de Chihuahua, le dijo a BBC Mundo que las autoridades están investigando el hecho para descubrir las posibles motivaciones de la matanza.
Según Valencia en Juárez existen más de 135.000 jóvenes adictos de entre 17 y 25 años de edad que se han convertido en una población vulnerable a la acción del crimen organizado.
Generación perdida
“Los mismos jóvenes dicen que sus vidas son desechables. Cuando tienen una adicción y empiezan a trabajar para un cartel de la droga, ellos calculan que van a vivir tres o cuatro años”, dijo Valencia.
No es extraño que el crimen organizado reclute jóvenes de apenas 15 años en los mismos centros de rehabilitación para utilizarlos en actividades delictivas como robo de automóviles y viviendas, secuestros y extorsiones.
Los familiares de las víctimas al final llevan la carga más pesada debido al dolor por la pérdida de un ser querido.
Al parecer estimulan su adicción, los envían a delinquir y luego se deshacen de ellos cuando no los necesitan.
Son, de acuerdo a especialistas que trabajan en la zona, una especie de generación perdida que no tiene oportunidades laborales ni la independencia suficiente para buscarse una vida mejor.
Algunos de los jóvenes que llegan a los albergues están genuinamente tratando de superar su adicción para llevar una vida lejos de los carteles de la droga y otros, en algunas ocasiones, usan los centros de rehabilitación como refugio para esconderse de los enemigos.
Las interpretaciones son muchas y las historias de vida muy diferentes.
Raúl Montoya, coordinador del Consejo Estatal contra las Adicciones en Juárez, le dijo a BBC Mundo que existen cerca de 70 centros de rehabilitación en la ciudad, pero declinó referirse a la situación que viven los jóvenes porque “se trata de un tema de seguridad”.
Tierra de nadie
Sólo en Ciudad Juárez han muerto este año más de 1.400 personas en incidentes relacionados con narcoviolencia y desde 2008 a la fecha sobrepasan las 3.000.
Pese a que el gobierno mantiene más de 6 mil militares en la zona para combatir al crimen organizado, agosto fue uno de los meses más violentos en la historia reciente de la ciudad con una cifra récord de 338 ejecutados, un promedio de once muertos al día.
Esta ciudad fronteriza ha sido escenario de una disputa por el control del territorio entre dos carteles de la droga, el cartel de Juárez y el de Sinaloa, liderado por el prófugo “Chapo” Guzmán, uno de los hombres más buscados por las autoridades mexicanas y la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).
Pero, ¿cuál podría ser la relación entre la matanza del centro Aliviane y esta guerra que existe entre los carteles de la droga?, ¿Había narcotraficantes escondidos entre los adictos o sólo se trataba de chicos que intentaban cambiar su vida?, ¿Cuántas muertes más seguirán ocurriendo hasta que esta violencia se detenga?
Preguntas que los padres de Jaime Saúl Pérez seguirán haciéndose hasta que algún día encuentren una respuesta.
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